domingo, 20 de septiembre de 2015

CRISTAL 4, AYACUCHO 0: CUATRO PALOS DE ANTICUCHO.

 Por Manuel Araníbar Luna

De antemano y antepié se adivinaba este partido iba a ser manejable con rival tolerable, soportable, abordable, ganable. En los primeros treinta el rival como siempre esperando. En la escuadra cervecera la puja por anotar quitaba claridad. Pero Loba entonces se cuadró en el ombligo del campo, agarró la batuta, la escuadra y el compás y  empezó a repartir pases de cortesía, de callejón oscuro, en cortada y en serruchada para que las pelotas entren al arco sin pedir permiso al portero Villasanti. Así, con la simpleza que da el capitán, la vida es bella y los goles vienen solos.
Claro que ayudaron los subibajas de Cossio (15) por la zurda y un Paolo De la Raza (está bien escrito, esta vez sí que jugó con raza)  entrando como estilete por la diestra y metiendo centros bombeados,  rasantes, venenosos. Esta vez Paolo metió los centros como con mira telescópica; fue su mejor tarde con quites y cruces, con cortinas y relevos, con proyecciones y centros. 15 de nota.
Un ángel de la guarda con barbas.
Los dos centrales sobrios, especialmente por alto. ¿Hubo fallas atrás? Yes sir, pero imperceptibles, no tan rochosas como otras veces. El Oso (14) la tuvo tan fácil que se daba tiempo y maña para proyectarse a los centros (dos mitrazos suyos besaron los parantes). Revorator (13) no pasó sustos, y tampoco se los ocasionó a sus cumpas. Diez metros más arribita, Piki (15) y Barrabarbas (15), como siempre subieron y bajaron. Ballón muy mosca, fue el ángel de la guarda con barbas de Paolo cuando este se mandaba acompañando los ataques.
Calca (13) hacía los cambios de ritmo y refrescaba las marcas contra Carlitos. Loba (18) como siempre, un arquitecto, un jefe de distribuidor de exportaciones, haciendo lo difícil con la simple, Ávila (14) muy bien como media punta, llevando a la redonda desde atrás y moviéndose por todos los frentes de ataque. Al menos esta vez no se la mandaron para que las pelee por alto, y esa es una buena señal de que los backs por lo menos leyeron la pizarra de acrílico del camarín. Todo bien pero ero ya iban treinta y no había señales de parto.
Primer gol. Hasta que por fin nace la primera ranita en tres toques: Lobaton es el autor intelectual. Y es que Loba siempre hace la fácil, cinco segundos antes ya sabe para dónde va a correr De la Haza por la banda, y con el pase del dos caras se la pone a Paolo para que la cachetee en centro bombeado que llega preciso a la mitra de Picante (16), y a este sólo le queda cabecearla al lado contrario de Villasanti que llega a su palo dos semanas después, cuando ya la pelota se abrazaba con las drizas. Ranita del Picante para la Guardia Extrema, ovación en todo el estadio.
Y es que Picante venía arrastrando una deuda con los celespectadores , porque hasta ese momento no había mojado en el Gallardo. Hasta que por fin la hizo pegado a occidente derecha donde saltaba y cantaba la gentaza de la Guardia Extrema que lo gritó y saltó hasta enronquecer. Tarea para la próxima, que la meta en la tribuna Roberto Palacios, el bastión del Extremo, para que imiten también su ranita en la tribuna Julio Cesar Uribe toda la batería del Extremo Oriente.
Segundo gol. Calca culebrea y se lleva a dos, se la da a Loba, quien no pierde tiempo y se la manda teledirigida al Alexis Cossio a quien lo persiguen cinco rojinegros, y muy atrás el Picante. Alexis levanta la mitra y ve se da cuenta que es imposible dársela. No le queda entonces nada más que mandársela fuerte y arrastrada, lijando el  piso, al mismo palo del pobre Villasanti. ¿Qué pensaba el arquero, que la iba a centrar para el Loco de la Ranita? Nosotros pensábamos lo mismo, pero Cossio (15) la descosió. 2 a cero, y la gente sin ser bruja adivina que esta tarde pinta para goleada.
Tercer gol. Hay partidos que son así, como si a uno la bola se la dieran convertida en el cubo mágico. Esto le pasaba al  Irven que Ávila andaba piña, no le salía ni la más fácil, hasta ese momento había fallado tres y un penal. Pero ya que no le salían las cosas, se dedicó a  ayudar a su gente. Dribleó a dos y se la puso a Loba para su perfil derecho a cinco metros del área grande, como agua helada para un camello. Este que vio a Villasanti tendiendo la ropa al filo de su área. Miró para su derecha y como es su costumbre le manda un globito que entra flotando como dron al arco de la visita. El toque de un maestro merece ovación, rabo y dos orejas para este matador rimense. En su tanto se cumplió su clásico lema “Haz el gol sin mirar por dónde”.
Cuarto gol. Ya el partido se terminaba. El árbitro ya miraba su reloj de veinte lucas en Mesa Redonda pero Ávila es más terco que el turco, si había fallado un penal tenía que despenalizarse a pesar que cuando la falló la tribuna le aplaudió en hermoso gesto. Pero cuando un jugador está picón la sigue y la persigue hasta que la consigue. Joazinho hace un par de amagues dentro del área y se la pone en bandeja al Irven. Y a este que la suerte le había sido esquiva no le queda más que empujarla. Grita fuerte, se sube a las mallas del Extremo y su gente que le es fiel ovaciona hasta enronquecer. Silbatazo del juez y a celebrar. Ayacucho es un corazón atravesado por cuatro palos de anticucho.

Coda.

HERPETÓLOGO. Parece que el salto de la ranita del Picante se debe a que de niño quiso ser herpetólogo pero le ganó el fútbol. No, no abran el diccionario, herpetología es la ciencia que estudia a las ranas, sapos, serpientes y demás reptiles. Menos mal que el Picante no ingresó a la Universidad, nos íbamos a perder sus ranitas.

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