Por Manuel Araníbar Luna.
Se llegaba al estadio Gremco con tranquilidad, sin pizca de miedo o pusilanimidad porque ya se ha ganado tranquilamente varias veces en ese estadio. Se tenía que ganar y había confianza en el triunfo, pero por desgracia los once celestes se enfrentaron a catorce jugadores, once de crema y tres de amarillo con bivirí del mismo color de la camiseta de los rivales.
Como
en cantina del Oeste…
Los
celestes empezaron bien, a pesar de que durante toda la semana unos cuantos
mermeleros de las redes que empezaron a meter candela con malévolos rumores para
crear desestabilidad en La Florida. Los tricampeones lo hacían bien, porque
tomaron la manija del partido, porque triangulaban con absoluta tranquilidad, porque llegaban al arco rival y porque disparaban
como en cantina del Oeste, fruto del estilo de juego impuesto de toques por
toda la cancha mientras los jugadores de Gremco, tiesos como conos de entrenamiento, los miraban pasar.
¡Ese
waripolero!
El
gol, como tsunami después de un terremoto, se veía venir. Tras una serie de
toques Yoshi le manda el dron a Nilsson por encima de las cabezas de la defensa.
Este se la juega a Canchita que la mete con facilidad. Más fácil que una papaya
en ensalada con azuquítar. Entonces llega la anulación del gol. Una infamia. El
banderillero levanta su waripola aduciendo que Nilsson está adelantado y su
causa Kevin le da la razón. Hasta el comentarista que es hincha de la camiseta percudida
al mango reconoce que el gol es legítimo. Y bien sabemos que para que este
señor le reconozca méritos a los celestes la verdad debe ser bastante rochosa.
¡A
Catar vinos!
Pero
así es el futbol. Momentos después un centro desde la derecha hacia el área de
Cristal pasa por encima de dos jugadores locales que están en zona de
influencia y más adelantados que el diccionario Larousse. Es más, uno de
los adelantados la quiere chapar y se le va y entonces la pesca el que la mete
al área. El árbitro y sus colaboradores,
todos con bivirí merengue convalidan el gol.
Estas
dos trafas influyen en el resultado del partido. Porque si no se anula el gol
de Cristal los locales iban a salir disparados a buscar el empate y se le podía
anotar más goles. Pero así es le futbol local, con fallos imperdonables que
perjudican al tricampéon de las 20 copas, con jueces que diz que se van a Qatar
(mejor que vayan a catar vino a Tres Cruces, o mejor en Acho).
Merecido,
aunque injusto…
Cinco
minutos después, los celestes con la sangre en el ojo, se lanzan al ataque, ya
no tanto de pasecito lateral sino más lanzados al abordaje. Un centro del zurdo
Yoshi desde la derecha, Canchita la pelea y la pelota va a los pies de
Gianfranco. El Vigilante, que se ha mandado a lanzar el anzuelo para el rebote,
la pesca en guan (algunos aducen que se debe escribir en one, pero
estamos en Limonta no en EEUU) y desengatilla tremendo petardo que se mete como liebre entre
la maraña de piernas de medio equipo local y rompe la canasta de huevos de
corral. 1 a 1, merecido empate, aunque no es justo porque debe ser un 2 a cero.
Las
piernas no obedecen…
Para
el segundo tiempo las acciones cambian. Cristal baja las revoluciones, y no por
órdenes técnicas sino porque las piernas no dan más. Para colmo a Canchita y a
Irven los tuvieron a punta de patadas a las canillas ante un árbitro que al
igual que Popeye tiene un ojo cerrado y el otro con legaña. Los locales llegan más mientras el medio campo
rimense acusa la seguidilla de partidos.
La
explicación es clara y justificable. Hace tres meses que están jugando dos
campeonatos paralelos y no tienen descanso ni para ir al baño ni para visitar a
la flaca. Esto no lo entienden los resultadistas, los que exigen triunfos y
rendimiento parejo sin detenerse a pensar que casi todos los jugadores vienen
golpeados, con fatiga física y músculos sobrecargados. Aún así hay quienes sostienen
que la culpa a Mosquera, como si los jugadores celestes fueran de palo. Con todos estos ingredientes que no los
dejaron desenvolverse al cien por ciento los guerreros celestes pelearon un partido
digno, batiéndose con uñas y dientes aunque sin la potencia requerida para
estos compromisos. Buenas noches.
Jalemos
la palanca
No a uno solo. Hay que meter al wáter a los tres de amarillo, y bien apretaditos porque desde el principio estuvieron de acuerdo en todo, porque entraron a la cancha con pantalón negro y camisa amarilla aunque por dentro llevaban calzoncillo y bivirí de color desteñido. Se merecen el viaje a la alcantarilla. Que vayan a Qatar de ida nomás para chambear de porteros y que se regresen en camello a Gremco que es su casa alquilada.