miércoles, 16 de septiembre de 2015

PICANTE CASI HACE 'EL CUATRO DEL RESCATE'.

Por Manuel Araníbar Luna. 
Todo triunfo obtenido por los cerveceros merece una explicación. Hay explicaciones técnicas, de tácticas, las que mencionan los sabelotodo. Hay otra explicación psicológica, la de la actitud. ¿Se juntan las dos? Se juntan sí, pero no siempre, que sería lo ideal. Se juntaron muchas cosas, se juntó la táctica con el oportunismo, la humildad con la paciencia, la actitud con la suerte, porque de esta hubo mucha. Porque en Cajamarca Sporting Cristal jugó con catorce jugadores, los once más los tres palos de la valla de Penny.
¿Las tres G en Cajamarca?
Ya lo estamos leyendo celestes, hay hinchas que siempre le buscan cinco patas al burro, los que ven el vaso medio vacío y otros que ni siquiera ven el vaso. Los que quieren ver al Cristal jugando como el Barza
¿Querían  ver ganar al Cristal jugando bonito y goleando como el sábado pasado cuando se  comieron  tremendo buffet en el Gallardo? No pues, no lo van a ver jamás. ¿Por qué? Porque se ha jugado en altura (2700 msnm), porque se ha jugado en cancha de pasto sintético. ¿Qué querían? Que juegue al pa’ ti pa’ mí, al dame que te doy y que corran como balas tal como lo hacían en el 2012. ¡Ya pe’, no soñemos!
Todos queremos  ver al Cristal con las tres G, pero no pidamos imposibles. ¿Qué es lo que se busca cuando se juega de visita? Resultados. Y quien quiera ver jugar al Cristal en la sierra al estilo 2012 va tener que llevar un CD de la colección de Juancito Julca y su Sentimiento Celeste y verlo en el hotel.
Paciencia y cabeza fría…
Algunas cosas debemos resaltar de este triunfo, una de ellas es la simpleza para anotar, para obtener el resultado con la cabeza fría. Otra de ellas es la persistencia para no contentarse con el empate (que tampoco estaba mal), para buscar el triunfo y no echarse atrás ni cuando faltaba poco, cuando la hinchada pedía a gritos el clásico y desesperado “¡bajen todos que falta poco!”. Pero los cerveceros no bajaron para apretujarse en el arco como en una combi. Por el contrario, bajaron la viada pero siguieron atacando y buscando el cuarto aunque sin mucho aire.
Los minutos caminaban como tortugas y los celespectadores  se palteaban y planteaban otras tácticas a teledistancia (porque todo hincha celeste tiene algo de entrenador): “¡ya pues, por lo menos que metan a Pincel al sintético, porque ese sí que sabe adormecerla!”. Pero Pincel no fue llamado. Luego, cuando llegó Arroé recibieron las órdenes del Turco de arrullarla y correr poco, sin embargo tampoco le hicieron caso del todo. Y eso que corrían agotados. Porque toda persona que ha jugado en altura y en cancha sintética puede asegurar que sabe lo que es canela. Los reflejos fallan, la falta de  oxígeno y la adrenalina agotan al jugador el triple de lo que le acontece en la costa.
Claro que fallas hubo, no vamos a tapar el sol con una china, y muy variadas, las de siempre: pelotas perdidas en salida, poca comprensión de la zaga –por falta de ensayo o sabe el diablo por qué- para los relevos y cortinas, para tomar cada uno a su delantero rival, toma rápida de decisiones, mañosería para ganar el vivo y para hacer tiempo y uf, para qué seguir la cantaleta. Pero se ganó.
Picante y las tres virtudes teologoles…
Y el Picante volvió a hacerla, llámenlo como quieran: trifecta, el trío Los Morunos, el hat trick, el tres al hilo; las tres virtudes teologoles: fe en su capacidad, esperanza en conseguir el tanto y calidad para anotar. Lo cierto es que hizo trillizos y la alegría del triunfo por los tres goles se incrementa porque ahora hay tres niños más que reciben su beca gracias al Loco de la Ranita, el paciente y calmoso 9 que mete el estilete cuando uno menos se imagina.
Y es que Picante es un jugador que sabe esperar. De pasadita cuando se le moja la mecha nos hace esperar a veces hasta la desesperación. Pero cuando mete una mete tres. Y ya no es casual. No sabemos cuándo es su santo ni somos cabalistas, pero algunos supersticiosos dicen que es porque tiene 33 años, y nació un 23 a las 3:33am. Y no es que a Picante le guste hacer de a tres, porque si mete la de chalaca iba a ser el Cuatro del Rescate y se aparecía el tesoro de Atahualpa en el arco de Heredia.
CODA.
Algunos le están echando la culpa del triunfo cervecero a Garay. La jugada del gol anulado hay que analizarla esta noche en el laboratorio. De todos modos, aquí por lo menos hoy le perdonamos todo para que no se moleste nuestro amigo Ricky.

¿Algo más? Nooo, decir que esa defensa está más tiesa que cono de entrenamiento está de más.  ¿Para qué cargosear, cerveceros?, hay que enfocarnos en el partido que se viene.

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