Por Aldo Alvarado
El
Doctor Celeste
Corría el verano del 93, Carlitos Carlos Enrique Quenaya Riva y yo nos preparábamos para empezar el internado, la última etapa de nuestra carrera, la más bonita; y en medio de ese entusiasmo, una vez más nuestro querido Sporting Cristal estaba disputando la copa Libertadores de América. Ese año nos tocó eliminarnos junto con dos equipos venezolanos llamados Caracas fútbol Club y Minerven. Aquel día temprano me llama Carlos a la casa:
Unas previas chelas…
—Aldo
hoy juega la Celeste. Que te parece si hacemos "las previas" para
llegar al fútbol bien sazonados con Ají no moto.
—me parece bien, ven a mi casa a golpe de 2 de la tarde.
Y
así fue, Carlos llegó apresurado y puntual a las 2pm en medio del calor de
marzo, donde ya provocaba tomar unas "aguas" antes de ir al partido y
entonces nos dirigimos al costado de la panadería "Korcilia", en la
avenida San Eugenio, en donde había una pequeña bodega que nos vendía la rubia
bien "Eladio Reyes" bien "Elena Pajares" recontra
"Heliodoro Cifuentes" y para empezar nos pedimos un par de Cristal al
pomodoro y entre salud y salud en la puerta de la tiendita nos soplamos
casi una caja. Viendo que la hora ya corría y eran como las 6:30 decidimos ir
corriendo al Estadio Nacional para que se nos diluya el alcohol circundante en
nuestras venas.
Corrimos
y corrimos sin parar llegando a la tribuna Sur del viejo estadio José Díaz y
entre tumulto y tumulto conseguimos comprar entradas.... y de repente, entre
apretujones y gorras ya estábamos en la fila del Extremo Celeste cantando el "salten
escalón, salten escalón, salten escalón, el Extremo ya llegó♫♫¡¡¡”
El
cerrito…
Es comprensible entonces que después de una caja de cervezas entre dos puntas, que estábamos en una reverenda bomba, saltando y saltando, gritando y gritando, exigiendo a nuestro cerebelo se mantenga en el equilibrio adecuado, cuando de repente llega el primer gol de la Celeste. Serían 10 minutos del primer tiempo y Marco dos Santos "Marquinho" abría el marcador de tiro penal. Es entonces que, entre tanta algarabía, estridor, bulla y un grito fuerte de gol nos abrazamos con Carlos, pero estábamos tan, pero tan ebrios, que nos caímos en plena tribuna. Es en ese momento que algunos chibolos de nuestro alrededor se tiran encima de nosotros pensando que estábamos haciendo el clásico "cerrito" por festejar el gol del Cristal ¡y se tiraron uno tras otro como 50 chibolos de porquería encima de nosotros!!! La huasca se nos pasó con el dolor ocasionado por el peso de los chibolos que formaron el cerro San Cristóbal encima de nosotros dos. Luego vinieron dos, tres, cuatro, cinco, seis goles más y el partido terminó con un contundente 6 a 2 que nos llevó a octavos de final. Al salir del estadio, comentábamos con mi compadre Carlitos que valió la pena la huasca porque disimuló el dolor de columna que realmente apareció al día siguiente y nos tuvo jodidos como una semana.
Son
experiencias de juventud sanas alegres y que rememoran las épocas de hinchas
presentes en la tribuna que ahora se extraña. Hoy jugamos con Sao Paulo y sé
que una vez más mi querido Sporting Cristal dejará todo en la cancha para
felicidad de sus hinchas.
¡Fuerza
Cristal toda la vida Celeste!!!
El
Doctor Celeste
No hay comentarios.:
Publicar un comentario