GOLES QUE NO HACES…

Por Manuel Araníbar Luna

Tras un merecido descanso, con las baterías de litio bien recargadas y la adrenalina hirviendo por los poros, los rimenses arrancaron y casi desinflan al Globito pinchándolo en sus propias nalgas cuando 'Cabeza de Comba' Costa se falló una ocasión que lo había dejado a tiro de sicario. Pero no demoró mucho la reacción de los huracanoides. Esto  sólo fue cosa de ocho minutos. Luego los celestes volvieron a empuñar el timón de las acciones. Con actitud, con ganas de pelearlas todas. Y con este talante provocador, conchudo, enrazado y sin miedo a ningún cuco sorprendió a un Huracán que no soplaba ni esperaba que los celestes lleguen a pisar su  área tan fácil y tan rápido.

Con esto los cerveceros demostraban que sí se podía. Pero para poder no basta con actitud. Es bueno atacar pero lo es también  atorar, porque el que ataca tiene también que repeler y esquivar los contragolpes. Se ataca sí, pero también hay que blindarse con casco, escudo y chaleco antibalas. Porque el equipo que entra a ganar en cancha extraña sabe que el rival también tiene bayonetas. ¿O vamos a seguir creyendo que hasta hoy es aplicable el sistema del Brasil de los 60’s cuando se aseguraba que la mejor defensa es un buen ataque, sobre todo cuando se juega de visita? ¡Pamplinas!

El Ávila de acero…

El  Ávila de acá se movía más que el Ábila de allá. Irven era una hormiguita que recogía pelota desde el campo peruano y llevaba por la izquierda disfrazándose de Céspedes; cambiaba juego disfrazándose de Calca. Y para culminar el primer tanto también se disfrazó de Loba. Así se produce la primera perforación  del arco quemero cuando Irven lleva bola y se la juega a Calca, el flaco  que se la cruza a Silva por la izquierda, este la cubre, la amarra, la encierra, la amordaza y la secuestra esperando al Irven que ya se metía por atroya en diagonal. Avila la recibe y se disfraza de Loba con piel de oveja. Amaga y, como en el refrán “pásala bien sin mirar a quién”, se la juega en el pase del hipócrita a Silva mientras mira para la tribuna (una marca registrada de Loba®). El yorugua la recibe con la zurda, quiebra a un quemero y le da de comer a su derecha que la dispara con pólvora cabeceada con gasolina. Primer gol y la grama del estadio porteño se empieza a poner color celeste. Los cerveceros eran dueños de la cancha y no la alquilaban ni para kermesse. Se perdían tantos goles que el sufrido hincha esperaba que estos lleguen en cualquier momento.

¡Un gasfitero, por favor!...

La delantera rimense  propone, el arquero Diaz dispone aunque la defensa celeste es una suegra que todo lo descompone. Habia que llamar, por favor, urgente,  un gasfitero porque esa defensa goteaba por todo lado. Además, al medio no había suficiente contención. Ballón peleándola como el Llanero Solitario contra tres albos no se daba abasto para quitarles todas las bolas a los cargosos mediocampistas locales. Es así que sin contención, las pocas pelotas de los locales llegaban  a una defensa que se batía sin orden. Un ataque de los albos le rebota a Jair, el cargoso atacante se la juega al Ábila de allá que convierte sin dudas ni vacilaciones. Uno a uno y los celestes se siguen perdiendo goles como celulares en el Puente Nuevo.  Pero los rimenses no solo pierden goles, también pierden pelotas en salida. Una de ellas la pierde el Barrabarbas a manos de Montenegro que se la vuelve a jugar al Ábila de allá, y este nuevamente anota. Dos a uno. Bien dice el dicho que “de nada vale tener a la gorda al lado si no sabes dónde llevártela”. Ya pues, es bueno dominar pero es mejor no dejarse golpear.

No obstante los celestes saben que la defensa de allá tampoco es una muralla ni nada que se le parezca. Loba, un poco más suelto empieza a repartir delivery a las bandas. Y casi finalizando el primer tiempo se la estira al Irven, a quien la sequía de goles lo había obligado a ponerse el overol, este dispara casi sin apuntar, y el arquero Díaz, en una de sus mejores noches, la manotea y la pesada cae a los pies de Calca que la castiga con alma corazón y vida. Dos a dos y esto se pone interesante.

Balas de fogueo…

Para el segundo tiempo más del mimo buffet. Cristal es un asaltante con balas de fogueo. Irven está jugando a lo diablo por la izquierda, quiebra como le da la gana a quien lo marque, se la juega a  Loba que se ha acercado más al área y mete dos lobatazos que las saca Diaz (¡cómo nos jodías, Díaz!). Y siguen los regalos como en tiempos navideños. La delantera sigue regalando ocasiones.  Se pierde el tercero de la Florida; más que por indecisión, por desconocimiento de las reglas del offside entre Revoredo y Silva.  ¿Y la defensa celeste?, lo mismo, abierta y desordenada. regalando zonas,  ahog´pandose ante las pocas llegadas del rival. Se cede terreno y tras un contragolpe los locales  nos clavan el tercero cuando los celestes estaban jugando mejor. Caballeros, no gana el que juega mejor si no el que la mete. Al ratito llega el cuarto y esto se acaba. Una pesadilla

Coda.

¿Si ya había salido Silva quién iba a ayudar en los saltos contra los centros rivales? ¿Piki con su metro setenta  le iba a ganar el salto  a delanteros que pasaban del metro ochenta? Y la culpa no es de Piki. A él se le puede encomendar que juegue de centro como de lateral y apostamos que obedece “pero  no la hace”, porque no es lo suyo. Su chamba, y más que ello, su vocación,  es de rottweiler sin cadena ni bozal, suelto en el medio,  mordiendo y comiéndose la cancha. Pero ubicarlo como central en la línea de atrás es sacrificarlo porque le falta tallarín, claro que a veces apaga fuegos y tapa boquetes, pero una cosa es cubrir un puesto por ausencias imprevistas y otra cosa es ser el jugador idóneo para un partido específico. ¿Estamos? Piki debió jugar diez metros más adelante acompañando a Ballón. Y Abram acompañando al Mudo. Claro, dirán que después del partido todos son DT´s. Pero ya está. Ahora dependemos de la famosa calculadora y del milagro de la multiplicación de los panes. Buenas noches.