miércoles, 13 de abril de 2016

¿Y ahora quién podrá salvarnos?

Por Manuel Araníbar Luna
El Chapulín Colorado naka porque no juega ni canicas. Los sabelotodo del fútbol declaran que  cuando se pierde puntos valiosos queda como recurso la ley de las probabilidades. Pamplinas, la calculadora ayuda en el papel pero no en la cancha. Ahora a los cerveceros sólo los salvan las matemáticas, pero suponiendo que la Providencia se apiade de La Florida, el siguiente paso será  mucho más difícil de remontar.
Un millón en la Antártida…
Los colombianos les obsequiaron el medio campo y la iniciativa. Gracias. De nada y por nada porque nada se hizo, y no porque no se podía. Sí se podía porque Cristal se agarró la cancha  y la pelota como que era suya;  pero para qué si no sabía qué hacer con ellas, que es como tener un millón de soles en la Antártida y no encontrar dónde y cómo y en qué gastarlos, salvo pescados enlatados para pingüinos emperador.
El larguirucho Diego  Alonso  bajo los tres troncos respondió bien a las expectativas. Supo barajas un par de tiros ponzoñosos. Algunos le culpan de arrojarse demasiado rápido en el penal. Pero vamos, muchachos, el penal es una ruleta loca: al que le toca le toca y el arquero que la toca la saca.
Los de la defensa, a diferencia de otros compromisos tuvieron sólo un error que a la postre resultó grave: fue el penal. Luego, una que otra fallita con la que podían pasar con nota 11, porque los fouls que se cometen  lejos del  cajón son pecados veniales, pero faulear dentro del área es como para irse al infierno con pasaje de ida nomás y sin ningún sencillito para el retorno.
Luego, al medio todos bien, armando  juego y entrando en diagonal y bloqueando, salvo una que otra escapada de los velocistas rayados. A veces, claro, se tropezaban con cualquiera de los once verdolagas que se apiñaban  en su área. Pero el planteamiento era bueno. La prueba radica en que llegaban, claro que con algún estorbo y sitiados de palitroques rayados por todos lados, pero de que llegaban  era muy cierto.
Los arcos que caminan solos…
El problema de Baldor  esta vez era adelante. Llegaban al área de los rayados y no sabían qué hacer. O bien se atragantaban con la bola cuando querían hacerla solos para llevarse la fama, o esta les quedaba tan incómoda como dos chimpunes izquierdos. Normal, nomás, a cualquiera le sucede. Pero a la hora de la definición parecía que les movían el arco de lado o de adelante hacia atrás. Además no se atrevían a probar de lejos. Recién en el último cuarto de hora del compromiso se les ocurrió patear de lejos pero sin quáker ni dinamita, unas pataditas de adolescente anémico que las podía atajar hasta un bebé en andador.
Ahora sólo queda aplicar aseptil celeste cicatrizante a las heridas y enfocarnos en el descentralizado. Más náa. Buenas noches.
CODA.
Tarea para la casa,  repetir cien veces el undécimo mandamiento de las tablas de la Líber:
“No debo cometer infracciones dentro del área”.
Y de pasadita, el duodécimo mandamiento:
“Si no puedes anotar de cerca prueba de lejos”





No hay comentarios.:

Publicar un comentario