miércoles, 12 de octubre de 2011

LA NOCHE EN QUE JORGE SOTO ENMUDECIÓ A CHILAVERT.

Por Manuel Araníbar Luna.     
El 8 de mayo del 2019 se cumplieron veintidós años de una noche inovidable para el fútbol peruano. Jorge Soto le dio el triunfo al equipo celeste y el pase a la siguiente ronda con un golazo a Chilavert, portero del Vélez Sarsfield. 


Goles de todas las marcas...
Nadie imaginó que ese jovencito de orejas de flauta que arrancaba con el 4 a la espalda -número que corresponde al marcador derecho- llegaría a ser goleador histórico del elenco cervecero. Quitaba la pelota o recibía pase en el área rimense y salía con fuerza, como un mach-2, como un bólido, (no digo ‘Jet’, porque ese título le corresponde al inmortal Alberto Gallardo), creando desesperación en los rivales que renunciaban a alcanzarlo. Así ha dejado regados a muchos adversarios nacionales y extranjeros. Sus trancos eran largos al igual que los de Gallardo y Zancudo Olivares. Y también, remontándonos más atrás, a los de Eloy Campos y Tito Elías.
Cuando las cosas se ponían color rata, cuando el equipo flaqueaba con el marcador en contra, hacía renacer al cuadro celeste como un Ave Fénix, luchándola hasta el último, comprándose los pleitos, guapeando a los pusilánimes. Era uno de los que – ojo, sin desmerecer a nadie -se ponía al equipo al hombro. 
Ha anotado goles de todo tipo, desde fuera del área, de cabeza, de palomita, de volea, y hasta de chalaca. (En nuestra próxima nota hablaremos de la peruanidad de la ‘chalaca’ y de la huachafería de algunos peruanos que siguen llamándole ‘chilena’. Hace unos días un comentarista de TV  local volvió a llamarla así. (¡Rectifícate, gringo!)
Qué no se ha escrito, bueno o malo, de Jorge Soto, el Oreja, el Camello, uno de los referentes del cuadro celeste de la época gloriosa del tricampeonato cervecero. 
La famosa mermelada...
A Soto lo atacaron y lo siguen atacando. Unos por ser adversarios de cancha o por fanáticos de clubes adversarios. Otros porque viven de la carroña, despotricando contra los peruanos, por llevar sus frustraciones íntimas al cobarde desfogue del ataque personal. Unos por exigirle de más y otros por considerarlo inferior, por esa bendita costumbre nacional de pregonar que todo lo de afuera es mejor. O bien, porque están embarrados de la mermelada de los auspiciadores de otros clubs para reventarle ‘ratas blancas’ al mejor postor. ¿O no? Si han atacado a Pelé, Ronaldinho y Maradona sería ilógico que no lo hagan con Soto. ¡Es que Soto es peruano, pues! Está bien opinar diferente: de lo contrario seríamos hormigas, aunque estas trabajan por el bien de su grupo. Algunos peruanos no: derraman bilis contra sus mismos compatriotas.
No conozco a ese tal Soto...
Volviendo al tema, su gol inolvidable, por todo lo que significó, fue el que le hizo al paraguayo Chilabert, un individuo indeseable que, al igual que Maradona, se recibió con el título de egocéntrico en la Universidad de la Estupidez. A este fanfarrón, quien se puso insoportable desde que lo nombraron como el mejor arquero del mundo, se le había dado por despreciar y minimizar a todo jugador rival. Este alabancioso individuo, tan simpático como una piña en el calzoncillo, abría el hocico para echarse flores y tirar abono con ventilador a sus rivales de turno. Pero aquella inolvidable noche quedó sepultado por su mismo fertilizante.
En reportaje previo al partido contra Vélez, el patán abrió el hocico para lanzar vómitos despreciativos, con el beneplácito de la prensa rioplatense, siempre pateraza con las figuras de sus equipos. Y calentó la parrilla con la pierna bien arriba:
- No conozco a ese tal Soto.
Y bien que lo conocía. Y además lo odiaba. Unos años antes Jorge Antonio Soto Gómez le había clavado el gol con el que Perú, a pesar de quedar eliminado, sacó a Paraguay del mundial del 94.
Pero esa noche de 1997, si alguien tenía que taparle el hocico a ese jetón el indicado era el Camello. Casi al finalizar el partido Czornomaz, adivinando lo que iba a pasar, se la soltó con convicción a Soto quien, vehemente, señorial, decidido, como los grandes, dejó a Chilavert recontra chilabierto con un disparo bien colocado. El paragua lloró, miró a la defensa, miró el marcador, miró las redes, sin creer que era verdad. Y el fanfarrón se quedó más mudo que una foto de estatua. Años después volvió a enmudecer cuando el Chorri lo dejó colgado como un cuadro del Arlequín de Picasso. Hoy día debería decir:
“ya lo conozco, ese tal Soto nos eliminó de la Copa Libertadores (y del mundial).” 
(Si es que ha recuperado el habla).

6 comentarios:

  1. CRISTIAN DE LOS DEL CERRO28 de octubre de 2013, 10:13 a.m.

    YO VI ESE PARTIDO Y LLORÉ DE LA EMOCION. A VER QUÉ FIGURA DE LAS GAYINAS Y CAGONES HA METIDO UN GOL ASÍ EN CANCHA AJENA Y HA HECHO TRICAMPEON COMO EL CAMELLO. SALUD CAMELLO

    ResponderBorrar
  2. QUE TAL EMOCION LA PARTE FINAL DE ESE PARTIDO.

    GRACIAS SPORTING CRISTAL!!

    ResponderBorrar
  3. Dios bendiga esos años maravillosos que confiamos volver a revivir. Nadie nos quietará esa emoción. No obstante esto hay que recordarlo con los más jóvenes. ellos ni siquiera vivieronb estas jornadas gloriosas. A ellos debemos enseñarles quiénes eran nuestros héroes. Esto parece que muchos lo han olvidado. Respetuosamente, ELDER JOHN

    ResponderBorrar
  4. Un Maestro el camello y un gran IDOLO tambien del SPOTING CRISTAL!

    ResponderBorrar
  5. PARKER S.I. SCELESTE9 de mayo de 2014, 5:26 p.m.

    ESOS ESTUPIDOS QUE TRATAN DE MINIMIZAR SUS LOGROS AUN SE ENCUENTRAN Y NO CREO QUE DESAPAREZCAN PORQUE ACÁ EN EL PERÚ CAMPEA EL ODIO, EL PREJUICIO RACIAL Y LA ENVIDIA. SALUD SOTO.

    ResponderBorrar
  6. En la actualidad no hay ningún jugador en Cristal de la categoria de Jorge Soto, así claro, NINGUNO, ni Loba siquiera, ni qué decir de los otros jugadores de esa etapa, ahora nuestro equipo es una lágrima y sin ningún referente, puro pecho frio!

    ResponderBorrar