lunes, 24 de agosto de 2015

¡Y DÓNDE SE ESCONDIÓ ESE CUCO!

Por Manuel Araníbar Luna
¿Quién dijo miedo?
En una salsa olvidada de los ochenta, Quién dijo miedo, sus estrofas dicen: “Quién dijo miedo, señores, /quién teme a murmuraciones, / en este mundo gigante / el que no echa pa’lante / atrás quedará”.  Y bien, esta letra, sin ser un dechado de creación literaria bien pudo haber sido el lema de los celestes al entrar al campo porque jugaron sueltos, cancheros, esperando la avalancha anunciada en las bravatas propaladas por la chicha impresa. Pero en vez de recibir un ataque despiadado se encontraron con que el equipo local jugaba temeroso, a la de mentirita, como pollitas asustadas ¡y en su propia cancha y con toda su gente! Los cerveceros se preguntaban  ¿Y dónde está ese cuco? Seguro se quedó en las series de dibujos animados porque los locales no fueron fieras en ningún momento. Más bien cuando los cerveceros esporádicamente apretaban, la defensa local temblaba.
Imitando a Muhammad Alí…
El gran Muhammad Alí, el  días antes de sus peleas solía vanagloriarse atarantando a sus rivales de turno con frases como “Soy el mejor”, “te voy a destrozar” y una serie de frases agresivas que calentaban el ambiente y convertían sus peleas un show mediático. Y la palabra está bien puesta, “show mediático”. Los diarios chicha conocen bien este negocio y –como partidarios de las comadres- empezaron a fomentar batallas y a calentar los ánimos creyendo que con ello iban a meter miedo (y vender más periódicos). Pero Alí era el mejor del mundo y si se jactaba de ello sabía por qué lo decía. En cambio en el estadio de Gremco, el equipo local no tenía ni la uña del meñique del gran Alí. Atrás quedaron sus frases, porque una cosa es lanzar bravatas y otra cosa es tener con qué demostrarlas, porque los títulos no se ganan con frases (aunque a veces se evita la baja con arreglos bajo la mesa).
Pero ya Loba lo había dicho otras veces “En la cancha juegan once contra once y juego tan concentrado en el partido que los insultos de la tribuna no me llegan a los oídos”. Trastocando la frase, el capitán rimense bien pudo haber dicho “los insultos de la tribuna me llegan…” . Y todo limeño sabe muy bien lo que quiere decir esta última frase sin necesidad de completarla

¡720 metros cuadrados menos!
Y con esta frase en los oídos entraron los rimenses al campo. Como si estuvieran jugando en su casa. ¡Pero alto ahí! Al estadio Gremco se le suele decir monumental, que quiere decir descomunal, gigantesco, enorme. 
Ello en lo que se refiere al edificio en sí, pero los jugadores celestes que ya han ganado varias veces sin miedo en esa cancha notaron algo raro. Se sentían más grandes (y lo fueron), como que la cancha les quedaba chica. Y no estaban equivocados. Los locales que fanfarroneaban a lo Muhammad Alí,  sacaron a relucir del fondo del closet un miedo que lo tenían bien escondidito, ¿Qué hicieron? Tatatatáaaan! ¡Habían achicado la cancha! La encogieron ocho metros, que multiplicado por, digamos, noventa, nos dan 720 metros cuadrados menos. Ese fue el tamaño de su mentada garra.
Nueve puntos de sutura…
Tan timorato jugaba el equipo local que su propia hinchada los azuzaba para que ataquen. Pero –sin menospreciar a nuestros amigos llaneros porque no es nuestra costumbre- una cosa es jugar contra equipos venezolanos del fondo de la tabla y otra cosa es enfrentar a un equipo  que en las últimas fechas del campeonato supo desaparecer esos malditos nueve puntos de sutura que todo el mundo imaginaba que no se iban a borrar ni con crema de concha nácar, esos malditos  nueve puntos regalados en tres partidos sucesivos que hicieron que la misma afición cervecera perdiera las esperanzas de remontarlos. Pero, como dice el juguero del mercado, uno toda la vida no va a ser piña. Ya lo había dicho Penny “ya estábamos hartos de que nos dieran por muertos”, entonces unos cuantos carajazos bien dados fueron la motivación, el rocotito, el baldazo de agua helada que los hizo despertar de ese letargo, logrando con ello la obtención del título del Apertura.
Y luego, la celebración en cancha, en las narices de los locales, con justicia pero siempre con la humildad de los grandes, y sin minimizar a nadie ni creerse la última flatulencia en la cámara de gases.
Y bueno, que los envidiosos de siempre le sigan poniendo peros, que las bases dicen “ganador” y no “campeón”, que no ganaron sino que empataron, que su tía con diez hijos murió virgen,  y que las uvas están verdes, ¡bah!, como dice el viejo vals de Félix Pasache:
Déjalos que critiquen y murmuren, no me importa...

1 comentario:

  1. el que gana un Campeonato es campeòn, esta en la esencia de la palabra CAMPEONATO...ganador puede ser el caballo que gana una carrera o el que sale permiado con un nùmero de la Tinka..

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