miércoles, 11 de diciembre de 2013

LOS PRIMEROS CRACKS DEL SPORTING CRISTAL

Por Manuel Araníbar Luna



Ya se ha dicho hasta la saciedad que la gran mayoría de jóvenes hinchas celestes desconoce la magnífica historia cervecera. Tampoco se les puede exigir. Los jóvenes viven el hinchaje del momento y a lo mucho que llegan a recordar es desde inicios del siglo XXI. Lo anterior para ellos es prehistoria, como veremos más adelante.
 

Hay que achacarle la culpa a los medios deportivos porque ellos viven el momento de la noticia y lamentablemente más cohetones le revientan a jugadores e ídolos de las comadres, por razones que todos sabemos. Reconozcamos que gran porcentaje de culpa la tenemos los comunicadores celestes por dejar de lado a nuestros antiguos valores para encargarnos de lo inmediato, de  lo más fácil, de lo que está a la mano.

¿Y ese tío quién es?
Para graficar este desconocimiento por parte de los jóvenes cerveceros, relataremos un detalle que nos lo contó Ernesto Moreno Ampuero, el Historiador Celeste. Sucedió en marzo de este año, la tarde del homenaje al gran Orlando “Chito” De la Torre momentos previos al inicio de un partido entre Sporting Cristal e Inti Gas. Cuando el “Chito” se disponía a ingresar le hicieron el alto en la puerta. ¡Era inaudito, llegaba para su homenaje y en los accesos no se sabía quién era! 

Como conocemos el temperamento del Chito, ya nos imaginamos cómo habría fruncido las cejas. Menos mal que la sangre no llegó al río que corre a unos metros de allí,  porque el problema lo solucionó Moreno Ampuero, un fervoroso hincha cervecero que conocía al Chito por sus profundos estudios de los íconos celestes. Pero lo que más llamó la atención del historiador fue que los jóvenes hinchas -y algunos no tan jóvenes- que presenciaban el incidente tampoco conocían a Orlando el Furioso.
 Estas líneas, pues,  van dirigidas a las nuevas generaciones de hinchas celestes, para que sepan quiénes fueron los forjadores de títulos, para que griten orgullosos los nombres de sus ídolos, los gladiadores que defendieron la honra celeste aquí y en el extranjero.

No uno sino varios caudillos.
Si revisamos las plantillas cerveceras jugador por jugador y año por año, podremos corroborar que en los equipos celestes campeones no había un único líder sino varios.
Aquel Sporting Cristal de los cincuentas era un cuartel, tenía generales, capitanes y sargentos. Don Rafael Asca y Cavero eran los mariscales de campo. Chemo Ruiz, era otro líder que mandaba e imponía su fuerza. Tachero Martinez, Pini, Zunino y Sacco eran unos verdaderos capitanes, lo mismo que el Chino Delgado que guapeaba y las peleaba donde se encontrara.
¿Cómo entonces, con tantos caudillos, no  se iba a obtener un campeonato en el cual los ataques venían de todos lados? Había que defenderse y atacar. Aparte de jugar había que mostrar temperamento, y respetar pero hacerse respetar. Esa misma tónica se repitió en los sesentas y regresó con fuerza en casi toda la década de los noventas.
El Rey de la bicicleta
Antonio Sacco era más que todo un dominador de bola. La conocía muy bien, sabía dónde tocarla y sacarle más provecho; y hacía lo que le daba la gana con ella. Su jugada más famosa era la bicicleta, y pese a sus kilos de más, un súbito cambio de pie destroncaba a los defensas. Se protegía de las malas artes con otras mañas, una de las cuales eran sus fuertes codazos capaces de romper cejas y desviar tabiques nasales. Y por su sangre uruguaya, jamás daba un partido  por perdido.
Para Sacco la palabra derrota no estaba en su vocabulario ni en las pichanguitas. El Veco relató en su programa radial que en una pichanguita de paisanos yoruguas entre panzones contra tíos Antonio Saco se jugó a muerte la gaseosa individual que apostaron esa tarde y que ya estaba pagada de antemano… ¡por él mismo! “Se picó cuando vio que le ganábamos por goleada. La molestia no se le quitó hasta tres días después” dijo el Veco. Así era Sacco cuando jugaba por la celeste

El pericotero quimboso
Máximo ‘Vides’ Mosquera tenía un estilo pícaro y pericotero. Era un quimboso entreala que jugaba de 10 pero de los de antes, más adelantado y que más que crear, definía. Y lo hacía muy bien. Sabía jugarla en pared, robaba jugadas inimaginables; sus pisadas de bola eran increíbles (hoy le  llaman chocolate)  y por su diminuto tamaño y movilidad se escurría fácilmente entre dos marcadores, tal como lo hace Júnior Ross en la actualidad. Supo destroncar las cinturas de los más experimentados marcadores, no sólo del Perú sino de Latinoamérica en el Sudamericano del 57.
Cierta vez, por la televisión declaró “cómo ha cambiado el fútbol. Hoy en día los críticos admiran y magnifican los goles de volea y se olvidan que los goles de ese tipo eran cosa de todos los fines de semana en el Nacional  y ni llamaban la atención”. Y tenía razón. Ahora que  está en boca de toda Latinoamérica el impresionante golazo de Periquito Chiroque al Garcilaso (dribleando a toda la defensa cusqueña), haciendo un paralelo un tanto tosco diremos que el estilo de Periquito era muy parecido al de Vides. Y goles como el de Chiroque los sabían anotar  Mosquera y Sacco con la celeste puesta.

El ariete chino…
Faustino "el Chino" Delgado era un wing que se adaptaba a las dos bandas, aunque su banda natural era la zurda. Se desplazaba por su punta en carrera desordenada pero veloz, sin quiebres de cinturas ni firuletes. Lo suyo era ganarla, y más que todo se adueñaba de las pelotas por  su fuerza,  por insistencia, por coraje. Las luchaba cuerpo a cuerpo, muslo a muslo y siempre ganaba. Pateaba con furia y no se detenía a pensar cómo le iba a salir, definía sin hesitación alguna. Pateaba fuerte y punto. Fue junto a don Rafael y Chemo Ruiz, uno de los referentes del naciente equipo celeste.


Cerveceros internacionales.
Ah, y acaban de llegar saludos de cerveceros de Santiago de Chile, Roma, Ontario y Moscú. Para que después unos cuantos borregos regresen con la cantaleta de que no tenemos hinchada. Hay que dejar que se muerdan la lengua de envidia mientras celebramos con toda la alegría que nos dan nuestras 19 estrellas de gloria y recordar nuestro 66° aniversario.
Y bueno, hay tanto que recordar y mucho que escribir, que por el momento dejamos las teclas para no cansar a los lectores. Prometemos más crónicas como esta. Palabra.
¡Salud, cerveceros de todo el planeta!
¡Feliz Aniversario!





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