lunes, 30 de mayo de 2016

LOS PULPINES CELESTES EN LA GOLEADA AL GARCILASO.

Por Manuel Araníbar Luna.
“Si del cielo caen limones
aprende hacer limonada”.
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Muy sabio y tercermundista el refrán, al igual que el conocido “un clavo saca otro clavo”. 

En  la coyuntura actual, el DT de La Florida, viéndose desprovisto de sus jugadores titulares  a causa de lesiones y convocatorias  a la selección con miras a la Copa America, tuvo que poner un tiempito en cancha a muchachos que ya figuraban en la planilla del primer equipo pero que contaban con pocas oportunidades de actuar oficialmente. Habia que jugar con lo que se tenía a la mano. Y dio en el clavo porque en el triunfo del domingo ante el elenco cusqueño, las  actuaciones de los pulpines celestes fueron, si no gravitantes, por lo menos aprobatorias.
Los que odian el banquito…
Aparte de los importantísimos tres puntos, este encuentro sirvió para constatar si los que calientan el banquito quieren quitar el pegamento y las tachuelas de los fundillos. Porque un jugador cervecero que quiera triunfar debe obedecer  los mandamientos básicos del manual de La Florida: primero debe amar a la celeste, odiar el banquillo y luchar por apoderarse del titularato en la primera oportunidad que se le presente.
Rojas.  A sus veinte almanaques (14/04/1996), Alexis Rojas Castilla merece oportunidades que ya se las habían dado a otros y que fueron desperdiciadas por inmadurez, desidia o sobradera. El domingo ante el equipo cusqueño, Rojas hizo que su marcador las vea negras, quebrando una y otra vez, para diestra o siniestra, metiéndose al área con la conchudez y el desparpajo de los más avezados delanteros, metiendo bombazos medidos, y unos centros curvilíneos como cintura de reina de belleza; jugando al toque con el cumpa más cercano; apoderándose de la cancha como si ya hubiera jugado cien partidos en el primer equipo; demostrando con ello que está para más. Algunos hinchas descontentos  arguyen un deficiente biotipo, falta movilidad, nulo dominio de la zurda y que patatín patatán en la cresta del gallo. No nos atrevemos a vaticinar que va que va a fracasar  ni que irá a marcar diferencias como lo hizo el Chorri. Démosle más minutos y después veremos qué pasa. Lo cierto es que en este específico encuentro aprobó el examen para pasar el ciclo. Y lo más importante, se metió en el partido, la sudó, la mereció. En cambio, otros jugadores  que manejan ambos pies, que cuentan con más experiencia y que son más veloces, no la viven ni la sienten ni la sudan y mucho menos  les interesa.
Bernaola. Otro joven  que está luchando por apoderarse de la camiseta número 3, gritó a los cuatro vientos que sí se puede.  Brian Robert Bernaola Acosta (17/01/1995, 77.0kg/1.79m) reveló con su actuación  que ya está aprendiendo mañas y triquiñuelas de sus mayores, trabando con el cuerpo sin cometer infracción, proyectándose a los centros al arco contrario, y con ello jalando marca. En suma, es un buen proyecto que para hacerse realidad absoluta necesita más minutos jugando al lado de los tíos queridos para aprender más destrezas, para agarrar más confianza, y sobre todo para comprenderse con su pareja de área (no nos referimos, claro está, a su flaca).
Edinson Chávez. Chavetita, a sus 22 años (20/11/1993, 63.5kg/1.70cm),  más avezado para este tipo de partidos (anotó el gol del triunfo en la final con Aurich),  por buen tiempo había estado afilando la herramienta en el banquillo; y esta vez aprovechó la coyuntura regresando con ganas de marcar la pauta, proyectándose, adelantándose, buscando huecos por dónde meterse como una trucha.
Después entraron Súccar y Rebagliatti, que pusieron temple pero muy tarde, el equipo jugaba ya con el desgano de haber redondeado el 3 a 1 y los jugadores ya no querían meter más goles sino almorzar. Por otra parte Grados, parece que sólo va actuar mientras Penny esté con descanso médico.
Claro que los celestillos tuvieron fallas. Uno no va a pedirles que las ganen todas. Por ahí, hubo algunas bolas perdidas, unos ataques malogrados, un par de bloopers, pero eso pasa en las mejores familias. No obstante, la hinchada celeste es muy exigente, quiere las cosas puntuales, el almuerzo a la una y la cena a las ocho. Y muchas veces se pierde la paciencia cuando no se consigue puntería y precisión ni en la ferretería del barrio.
¿Y si en un próximo partido estos mismos chibolos la terminan embarrando? Tampoco los lapidaremos. Caminante no hay camino, se hace camino al andar…

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