Por Manuel Araníbar Luna
A sus escasos 12 años, Juan Antonio Valencia no imaginó que el haber tocado la corneta en la banda de su colegio le valdría para lograr su ingreso a la barra del Sporting Cristal. Lo estuvo recordando la tibia noche del 30 de diciembre del 2020, mientras conducía su vehículo con dirección a la Casa de Pablito Merea para compartir un caldo de gallina.
Durante
el trayecto desde las calles del Callao hasta Miraflores comentábamos todas las
incidencias, detalles y goles tras la obtención de la copa #20 del Sporting
Cristal, así como las próximas contrataciones que llegarían para enfrentar dos
certámenes, la Libertadores y la Liga 2021. Coincidimos en lamentar la obligada
ausencia de la barra por causa de la pandemia. Sabiendo del encomiable esfuerzo de
Valencia y otros jóvenes de aquellos tiempos para la formación del Extremo
Celeste, la primera pregunta cayó por su propio peso.
¿Cómo
te hiciste hincha?
Cuando
estábamos chibolos y jugábamos pelota en la pista del barrio siempre los
mayores preguntaban cuál era del alianza y cuál de la U para escoger a sus
respectivos compañeros. Por lo general se formaban dos bandos: yo soy del Alianza
o yo soy de la U. Los peloteros se
pegaban a uno u otro de ambos grupos. Yo
que era el más pequeño no decía de qué equipo era. Así que un día fui a
preguntarle a mi viejo
—¿Papá
de qué equipo eres?
—Soy
del Cristal
Así que yo también quise ser del Cristal Cuando salía a jugar a la calle con los patas
me preguntaron de qué equipo era.
—Del
Cristal
—Entonces
no juegas.
Así
las cosas, me junté con dos chibolos que también eran del Cristal, uno de Virú a
la vuelta de mi casa que se llamaba Micky Vieira, luego otro de Pizarro. Éramos
solamente cuatro. Y poco a poco, uno por
acá, otro por allá, comenzaron a aparecer más hinchas.
¿Tu
primera ida al estadio?
Hasta ese momento yo nunca había ido al estadio. Mi primera vez fue al partido de la selección de Perú contra Argentina en el 85 que ganamos con gol de Oblitas. Una multitud en las afueras del estadio pugnando por entrar. Pero adentro el espectáculo era apoteósico: Las tribunas repletas, toda la gente saltando, aplaudiendo, cantando y gritando, haciendo barra. Una cosa era verlo por TV y otra cosa estar presente como testigo de estas cosas.
A
las pocas semanas decidí ir al estadio para ver al Cristal. Yo tenía once años.
Sorpresa, los alrededores del estadio estaban vacíos. ¿adónde se había ido la
enorme cantidad de gente que había visto en el partido de la selección? Me entró la duda, me dirigí a un controlador en
las afueras de Occidente.
—Dígame
maestro, ¿hay partido?
—Si
hay.
—¿Juega
Cristal?
—Si,
pero tienes que entrar por el otro lado.
Así
que me fui a la vuelta. Al llegar a Oriente vi una manchita, algunos con el
polo de Cristal, serían unos veinte. Me acerco al grupo para entrar con ellos y
me preguntan.
—De
que equipo eres?
—De
Cristal.
No
me creyeron. Al ver que era moreno imaginaban que era de Alianza. (risas). Como
no veía esperanzas de entrar con ellos esperé un rato y entré con un señor. Ya
dentro, otra sorpresa, el estadio vacío. Me acerqué a la barra. Habrían 30 o 40
personas. El encargado de la corneta era Perico. “Yo también toco corneta”, les
digo. A tanta insistencia y pese a que
algunos me miraban con desconfianza me dejaron probar. La chapo y empiezo a tocar el tutú
tututu, SC♫♫. "este chibolo se queda en la barra", dijo uno de los mayores. La habilidad que aprendí con la banda del colegio me valió
para entrar a todos los partidos.
Desde
entonces fuiste insustituible…
Estuve infaltable con el grupo en todos los partidos, el 85, 86, 87, 88. La Barra Popular fue creciendo de a poquitos. En el 91 me fui al Rímac con Peloduro para buscar nuevos barristas por el cerro, por Paita, por Pizarro, por todo el Rímac. Los empadronábamos y les dábamos una charla para motivarlos.
En
realidad, en en Lima y en todo el Rimac teníamos hinchas pero como no había una
barra organizada había que aglutinarlos, animarlos, mostrarles que el club era un
símbolo de nuestro distrito. No había otro equipo que nos represente en primera
división. Teníamos que mostrar lo nuestro, que un club ganador merecía una
barra organizada del mismo modo que Boys tenía la suya en representación del
Callao. El Rimac debía tener su barra genuina, original, que represente al
barrio.
¿Cuándo
fue el primer partido con el Extremo recién formado?
Nuestro
primer partido fue contra Yurimaguas en el Lolo en marzo del 91, antes de la
bronca con las gallinas que fue un 21 de abril de ese año. Juntamos doscientas
personas en la Florida. En total llegamos de trescientos a cuatrocientos
hinchas juntando a todos los barrios del Rímac. El siguiente partido no
recuerdo si bien si fue contra el Boys en el Carbajo o contra san Agustín en el
Nacional. Éramos un puñado, y la tribuna la veíamos inmensa. “Púchica”, pensábamos,
“cuándo será el día que la llenemos”. Hablando con franqueza nos parecía
imposible, o que habría de transcurrir años de años de años hasta lograr
llenarla. Sabíamos que había mucha hinchada, pero había que motivarlos,
animarlos. Pero, sobre todo, darnos a conocer, mostrarles que estábamos
organizando algo serio y que sería grandioso, digno de orgullo.
¿Quiénes
fueron los fundadores?
A
ver…una pequeña lista de fundadores, Miguel Medina (Peloduro), Micky Vieira,
con ellos dos fuimos a buscar gente por todo el Rímac. Los hermanos Cavero,
Saulo e Israel, Willy Sifuentes (Pelón),
el gran "Choby", Rolando Gomez "Rolo", Ronald Quispe "Tallarin",
Tito de Surco, Pablo Merea, mi gran amigo Eduardo, "Chaufa" y muchos
más, espero que no se molesten los que no los he nombrado, es que son muchos.
Nos
habíamos planteado un reto difícil y ya habíamos dado el primer paso, teníamos
que continuar y con ello el resto de los hinchas celestes nos seguirían, aunque
calculamos que nos iba a costar mucho tiempo y esfuerzo. Teníamos que conseguir
seguidores por varias razones. La primera, obvio, que nuestro equipo allá abajo
en la cancha escuche nuestros cantos en la tribuna, que saludemos a los
jugadores y que se sientan apoyados por nosotros. Las barras de los enemigos
los insultaban en todos los partidos y no había gente organizada que
contrarreste esos insultos con cánticos propios en las tribunas.
La
segunda, que los hinchas celestes nos vean y se identifiquen con nosotros. Una cosa
es que un niño se entere por los periódicos que va a jugar su cuadro y lo vea
por TV, y muy diferente es que el niño de un barrio rimense un domingo por la
mañana antes del almuerzo vea pasar por la puerta de su casa a los barristas celestes
con sus banderolas, haciendo bulla y cantando los himnos de su equipo adorado.
De inmediato ese niño se va a sentir parte del grupo, ese niño querrá cantar en
la tribuna acompañando a su barra.
Claro
que el equipo tenía que responder ese apoyo con triunfos.
Exacto. Lo que nos ayudó fue que ese año 91 el equipo empezó a ganar todos sus partidos. La Pepa y Franco metían goles de todos los tipos. A mediados del campeonato apareció el Chorri con 17 años como la sensación, la revelación armando juego con Anton, el artista. Los jugadores celestes eran entrevistados por la prensa escrita y la TV. Los vecinos que nos veían pasar de la Florida hasta el estadio nos aplaudían. Hasta las hembras nos hacían ‘hola, hola’ cuando nos veían pasar.
Ese
fue el motivo para que la gente se una a la barra del Cristal. En los periódicos
y en la TV ya aparecían más noticias de un Cristal ganador. Y hasta en los
periódicos aparecían fotos de la barra. Cierta vez hicieron un reportaje en TV
en los que aparecíamos tocando el bombo y bailando, con mucha mayor razón se
nos pegaron más barristas no sólo del Rímac sino de todos los barrios.
Sólo
faltaba el momento culminante de la barra…
El
momento clave en que se consolidó la hinchada celeste con el Extremo fue el
partido contra el América de Cali. Nunca antes habíamos visto tanta cantidad de
gente de todos los barrios de Lima en las cuatro tribunas con sus camisetas
celestes y acompañando nuestro grito “¡SC!” al compás de las tablitas y
matracas que tocaban los más viejos, la trompeta y el bongó, el baile de
Valderrama. Una enormidad de gente. Los fundadores nos mirábamos las caras y
expresábamos la satisfacción de que nuestra insistencia, nuestra terquedad y
perseverancia había dado sus frutos. Nuestra idea inicial dejaba de ser un
sueño para convertirse en realidad.
¿Cuál
fue el origen del nombre Extremo Celeste?
El
nombre salió de la gente del Cono Sur. Nos habíamos juntado una gente en La Florida
y cada grupo tenía que ir con su propuesta de un nombre. Habían quedado dos
finalistas, los del grupo del Rímac propusimos “Los de Abajo el Puente” y los
del Cono Sur terciaron por “Extremo Celeste”. Tras las votaciones se impuso el
nombre “Extremo Celeste”. Y ahí quedó. Perdimos la votación, pero el nuevo nombre
tampoco estaba mal.
La
del estribo, ¿por qué te llaman Tirulero?
Tirulero
le llamaban a mi padre. Luego de su fallecimiento en 1985 empezaron a llamarme igual.
EL PROFESOR Q NOS DIRIGIA EN EL COLEGIO ERA EL SEÑOR HINOJOSA YO ERA MAS CHIGOLO PERO YA LOS BEIA A LOS MAYORES EN LOS DESFILES DESPUES LO VI PEPE TIRULERO TOCANDO LA CORNETA EN LA BARRA SALUD MI QUERIDO CUADRO DE LA FLORIDA ESTE AÑOS GANAMOS BICAMPEONATO
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