jueves, 9 de junio de 2011

GIANFRANCO, EL ESPEJO DE LOS TIEMPOS


Hace siete años que Gianfranco espejo pasó a la inmortalidad. Hoy cumple los 30 años. ¡Qué recuerdos nos trae el Flaco de Oro!


Por: Manuel Araníbar Luna.
Inolvidable flaco, por más que te busquemos no te vamos a ver sino en fotos y videos, rompiéndote por tu camiseta adorada. Pero si nos sirve de consuelo, te vamos a encontrar cada vez que escuchemos “Maestra Vida”, donde Rubén Blades dice lo que parece una premonición de tu temprana desaparición:


…Maestra vida…
…voy buscando entre tus horas
el espejo de los tiempos
para ver tus sentimientos,
y así comprender tus cosas…
...y vi espinas y vi rosas,
vi morir seres queridos…
Y es cierto, Gianfranco, inolvidable flaco, eras el Espejo de los Tiempos. El Espejo que ingresaba entusiasta en los segundos tiempos para asegurar la ventaja parcial, para frenar a los delanteros y armadores rivales, para poner la pierna fuerte, para guapear por lo bajo y encarar por todo lo alto. Es cierto Gianfranco, eras el Espejo que a veces te empañabas, te opacabas, decepcionado, desalentado, frustrado cuando sólo te utilizaban en contadísimos minutos de los segundos tiempos. Pero nadie te quitó el gusto de emerger desde la barra, cuando eras un chibolo larguirucho y aún más flaco, una jirafa movediza con la casaquilla que despedía adrenalina. Un palito vestido de celeste que enronquecía agitando la camiseta adorada y la inmensa bandera celeste, con la vincha sudorosa y el pelo alborotado. Un chibolo larguirucho que se desesperaba en la tribuna por bajar a la cancha cuando las cosas no funcionaban, cuando faltaba bobo en el elenco, cuando todo salía mal, cuando no había quién corte ni quién ponga la guadaña, cuando veías a jugadores que no la sudaban.

Siempre arriba y siempre abajo...
Ahí abajo querías estar, inolvidable flaco, donde el machete campea y la leña amedrenta a los chupados, a los pusilánimes. Ahí abajo en el pasto querías estar, inolvidable flaco, donde el escupitajo quema como un ácido, donde una pechada provoca, excita y arrebata. Donde la mentada de madre hace retroceder a los cobardes, porque gritando en la tribuna descargabas tu furia. Ahí querías  guerrear, donde ningún atarante te arredraba, flaco, porque tu norte siempre fue combatir ahí en el césped donde quiere llegar un hincha, un auténtico hincha y no un simple simpatizante que sólo coge la sección deportiva del periódico al día siguiente de los partidos.
Allá arriba estás, inolvidable flaco, incómodo y piconazo detrás de una nube, en esa tribuna celeste que nunca pierde su color, porque tu lugar es ahí abajo, en esa verde mesa de billar que es el campo de batalla de los volantes rompedores. Y ya sé que si las cosas no funcionan en nuestro querido equipo estarás luchando por entrar y sudarla ahí abajo, donde habrá un lugar vacío desde que partiste. Allá arriba te pasearás de un lado a otro como tigre enjaulado por no poder ponerte esa camiseta celeste que tan amoroso acariciabas. Allá arriba recibirás consejos de Alberto Gallardo, de don Ricardo y Doña Esthercita. Pero aquí, en la cancha, la gente ya te está extrañando, inolvidable flaco. Yo sé que en el próximo partido de los celestes estarás en todos lados: allá arriba con la barra, o en la banca comiéndote las uñas, o en ese cuadrilátero donde te adueñabas del medio campo y bloqueabas a todo lo que no llevaba la camiseta celeste.

Morir con la celeste es vivir....
Cómo no recordar ese gol que anotaste con todo lo que se pone, cuando tu adorado cuadro celeste se estaba peleando la baja. !Y cómo lo gritaste! !y cómo lloraste de felicidad, con lágrimas de hincha fervoroso cuando el elenco cervecero logró mantenerse en la categoría de los grandes, porque era injusto que un grande de verdad estuviera peleando la baja!
Acá entre los celestes que te lloramos, has sembrado pasión, inolvidable flaco, porque a raíz de tu partida, todo cervecero va a querer ser el “6” que se nos acaba de ir sin tener tiempo de decir “chau, salud hermanos celestes”. Y todo este dolor en el pecho celeste es porque un árbitro llamado Muerte te acaba de sacar la tarjeta roja en este partido que se llama Vida. Pero no lo ha conseguido porque aún te vemos en la cancha buscando a quién marcar, a quién bloquear, y, sobre todo, a quién ayudar. Porque en esta vida injusta se nos van los buenos. Y los que quedamos aquí, desgraciadamente, empezamos a querer a los buenos recién cuando se nos van, inolvidable flaco. 
¡Morir con la celeste es vivir!
¡Fuerza Cristal, en las buenas y en las malas!

4 comentarios:

  1. El Hermano Espejo nos bendice a todos los SCelestes.desde donde este...

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  2. Gracias, hermano celeste, Fuerza Cristal, Salud Espejo de los tiempos

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  3. gracias hermano celeste ,por darnos una luz en el futuro que nuestro equipo para el proximo año salga campeon y llegar ala libertadores ¡Morir con la celeste es vivir!salud espejo

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