martes, 21 de agosto de 2018

¿CERVECEROS, SE ACUERDAN DEL CABEZAZO DE ZIDANE?.


Por Manuel Araníbar Luna.

¿Se acuerdan del cabezazo de Zidane?
Cuando un jugador entra a la cancha es de esperar que salude a la tribuna, que mande besos a su flaca o a su querida viejita. También es aceptable que después de anotar un tanto, el jugador haga el baile de las manitas, se meta la pelota entre su camiseta o se dé un salto mortal. Hasta ahí todo bien, pero en cuanto el árbitro lanza el pitazo para iniciar o continuar las acciones,  el jugador debe olvidarse de la jugada y actuar más concentrado que un caldo de cangrejo.
Si un jugador no se mete de lleno en el partido por equis motivos, por responder a una mentada de madre o un faul desleal,  está  desaprovechando una jugada clave que puede resultar en gol a favor o en contra, o mucho peor, puede ganar o perder un partido o un campeonato en fracciones de segundo. Casos hay muchos, siendo el más famoso el de Zidain Zidane en la final del Mundial del 2006 cuando se olvidó del partido para cabecear en el pecho a Materazzi por una provocación. Aquella desconcentración le costó el campeonato al equipo galo.
¿A qué viene todo esto?
Por tres casos puntuales:
Merlo. Sucedió con Merlo en el partido con Huancayo. Un defensor huanca que se revolcaba fingiendo estar lesionado lo sacó de sus casillas. Merlo, con tremendo maletín lleno de experiencias en su carrera, pisó el palito y soltó la bilis. Esto dio motivo al árbitro quien, vivamente interesado en que su equipo de Matute alcance a los cerveceros en la tabla, le mostrara la tarjeta del “fuera de aquí”.
Costa. En el partido de visita contra Binacional del sábado último, tras el cabezazo de Loba, la pelota dio en el poste y regresó a los pies de Gabo que la remató y chocó contra el brazo de un jugador local. Gabo volteó a reclamar al árbitro, y el defensor aprovechó la distracción de Costa para rechazar la pelota y con ello despejar el peligro.  La tenacidad y cargosería  que Gabo suele exteriorizar en cada partido debió ser utilizada para forzar la jugada  y no para reclamar, porque en esa fracción de segundo pudo resolverse el partido a favor.
Céspedes. La semana pasada, en el partido contra el elenco de Ate, Jair se vio involucrado en una situación parecida. Estuvo marcando por su banda a un marcador de la visita, y en un rebote la pelota chocó en la mano del jugador de la camiseta desteñida (¡en las narices del guardalíneas!). Jair volteó a reclamarle al asistente, y en ese tercio de segundo el jugador oponente se escabulló con la pelota. La jugada no resultó en gol, para desdicha del juez de línea que rezaba para que su equipo de Ate empatara el partido.  
MORALEJA. Así que, muchachos, a tomar su caldo de cangrejos, y siempre tengan en cuenta el antiguo refrán:
“Concéntrate en el partido y después matas al juez”.


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