lunes, 4 de abril de 2011

Sporting Cristal 1 Boys 0: Escalada les hizo ... la calada

Por: Manuel Araníbar Luna
La barra rosada está optimista; la salsa en las tribunas lo deja entrever. Y tienen sus motivos: La semana pasada Cristal fue una inmensa lágrima y el Boys había ganado de visita.

Empieza el partido y sube el entusiasmo. Los pescas y los estibas redoblan las apuestas según se desenvuelven las acciones, mejor dicho, quienes se desenvuelven mejor son los rosados. Los que siguen envueltos como momias son los azules del Rímac, sorprendidos por la volante rosada que no deja armar el tono y por su delantera que asusta al Loco. Los celestes se defienden embotellados como el tráfico en Abancay. Rivarola está en bola, en situación embarazosa, con esos ataques de los porteños, furiosos aunque desordenados.
El único que está de punta de flecha es el Chino y el otro que ha salido a cargosear es Advincula por la izquierda. Por la derecha, Chávarri asoma un tanto tímido, porque los últimos dos partidos ni siquiera la había tocado. La conocía sólo de vista; los dos previos encuentros sólo la miró pasar, sin siquiera lanzarle un piropo. Hoy sí hay que presentarlos: pelota, te presento a Diego Iván Chávarri. Chávarri, aquí está la pelota. Tócala suave porque es una señorita, Dieguito, sácala a bailar pero sin paleta. Además se espera que se raje el Diego Ivan porque está de joroba. Un día antes, el 18, fue su diablo igual que el mío, y parece que esto lo va a motivar a jorobar por la derecha. Esta vez cantó la de Rubén Blades:

Pero me tienes ganas
y yo te las tengo también.

Y bien que le tenía ganas, porque la sabe manejar por la derecha. Y eso que esos cuatro volantes rosados no dejan armar ni una carpa. Mientras tanto Lucho Advíncula está que la lucha. Los defensores porteños lo esperan en posta. Se escapa muy poco, tan solo a la esquina para una gaseosita y regresa, porque en este primer tiempo está ayudando a frenar la adrenalina de los porteños.
Es que la saltonería está por el lado de Minzum Nelinho Quina que ha entrado broncoso, y, para peor, rochoso, cuando se sabe que un back debe saber castigar por lo bajo. Minzum le rasca un par de carachitas a un rosado y el gringo Buckley le muestra la ficha hepática. Aun así sigue rascando y gringo le saca la piel roja. ¿Y ahora qué? A aguantar se ha dicho porque se nos vienen con todo. El colocho García es una ladilla que pica por todos lados. Pero el Pacho es mañoso, lo pellizca por un lado y Espínola, que se quiere sacar la espina lo mantiene a raya por el otro. Se está asentando el paragua, y con un poco de gel se pueden asentar sus rayitos dorados, porque cada vez que la saca de mitra se le despeina el waype.
El Loco da confianza y le para un petardo al tronquito Ciurlizza. Minutos después, Gomez, el ex – machito, cuándo no, la deja como para romper piernas y el carapálida le saca la pelirroja. Pitean hasta los muertos del Baquíjano, pero ya está hecho: la mala fe se castiga con cartulina color sangre. Buckley sopletea el de los tombos. A descansar. Y a corregir.
SEGUNDO POLACO
Todo cambia. Los celestes que por casi los primeros 45 la miraban pasar, ahora empiezan a tocarla y el Loba la amansa, la distribuye, vuelve a asomar el Diego Ivan Chávarri, que ya parece que la ha planeado a la gorda porque se la lleva abrazadita, la quiebra, la manda solita a comprar pan y ésta, obediente, hasta le entrega el vuelto. El Guille Rivarola se desembola, se envalentona,  saca al Flaco Gianfranco y pone a Cruz. Y el Héctor, acordándose que su tocayo Lavoe, las pelea todas, porque ya el Boys no es el mismo. Les canta su propia salsa:

Todo tiene su final,
Nada dura para siempre

Efectivamente, no nos vamos a tirar hacia atrás para siempre. Los celestes de arriba empiezan a generar electricidad cerca del Diego Carranza que ya había tenido más de un susto. A estas alturas el área del Alloco ya es un ñoco: todas las pelotas llegan facilito. En una de esa se la bombean al Chino que se la ha pasado piteando y hasta se ha ganado una tarjeta rubia del gringo. El Xime la chapa, quiebra, engancha y define de zurda: Palo.
No importa. Hay que seguir armando y atacando, ya los celestes son dueños de todo el Yáhuar Huaca. Y hay que agradecerle de buenas maneras a Manera porque los cerveceros están frescos mientras que los porteños piden oxígeno en el Hospital Carrión y de pasadita piden chepa. No se la dan y a la siguiente el Chavarri se la pasa al Loba, y este define: palo otra vez. ¿Qué pecado estaremos pagando para que todas den al palo?
Ya llega, ya llega, sólo falta claridad, el Loba y el Diego Chávarri están limpiando el monitor. El Chino se cansa de pitear y lo cambian. Entra Escalada y el Cristal ahora es dueño de medio Llauca.
Salvo las salidas regaladas, la defensa se bate con hielo en la licuadora y el colocho García, tan cargoso como una gripe en el primer polaco, se congela en el segundo. Lojas marca con más confianza. Sólo lo han quebrado una vez, lo cual significa que ya se está sacando de a poquitos el yeso de la cintura. Hoy la ha hecho bien: pasó piola.
Casas atraca y muerde pero deja la guadaña arriba. Ya van dos de esas. Espejo traba y se amosca en los cruces: no gravita, pero tampoco desentona. Los porteños ya están en salmuera: se embarra Albarracín, Alloco se aloca, Manzanón está mordisqueado, Jair quiere ir a rezar a la Iglesia. Se la centra Chavarri a Cruz y este hace palomita casi al ras del piso. No entra, pero hay que seguir cargoseando. Es uno de los avisos de llegada.
Falta poquito, sale cansado el Loba y entra un Chorri que chorrea entusiasmo. Animoso como un escolar de vacaciones, corre quimboso y movedizo, como hace veinte años. Es un león desenjaulado que ha salido a cazar. Ha entrado sin necesidad de calentar: ya está caliente hace buen rato porque ve que la pelota no entra ni con vaselina. Se la tocan, hace la vuelta del reloj – llámala breakdance, hip-hop o salsa, como quieras – y se la sirve en la boquita al Escalada que no por gusto se llama Luis Miguel y este le canta a Carranza el tema del gol:

No culpes a la noche,
no culpes a la cancha,
no culpes al offside.

Es gol y se acabó. Que el domingo por la noche escuchemos las torpezas de los locutorpes, que si estuvo un pasito adelante, que si fue por una pendejécima, que si le chocó a un rosado. Déjenlos debatir pero ahora es gol y buenas noches los pastores.
Y se viene después otra de Escalada cuando el gringo ya está mirando su reloj para sopletear que el tono salsero ya se termina y que, por favor, la tía Poco Floro apague las luces. Se la pasan al Escalada y este le hace un sombrero de chalán al Carranza. Travesaño otra vez, ¿habrá que agrandar los arcos?
El gringo sopla y Rivarola salta y hace bulla como una victrola, el Loco levanta los brazos. Uf, qué alivio. Escalada ha cortado la salsa en pleno puerto: les ha hecho… la calada.
CODA
Las mejoras se aplauden. Buena, Rivarola, lo justo. Eso de aguantar hasta que el rival se canse es una buena táctica que la usaba hasta Muhammad Alí. Atrás, los dos centrales ya están conversando en el mismo idioma y este es otro buen síntoma de mejoría. Al medio el atraque está en pleno desarrollo y ya no les brota tanto acné. La generación de ataques se está incrementando, pero, pero, pero…
Se sigue fallando en las salidas. Hemos contado hasta doce pelotas regaladas, no por uno sino por casi todos los celestes. Eso está para un centro comercial, pero no para un equipo que, si quiere ganar, tiene que salir con la pelota segura, al pie o, por último, reventada como una granada. Alucina, si con una bola perdida te pueden vacunar, con doce salidas falsas te llenan la bolsa de abarrotes como para dos semanas. Esos tres puntos nos motivan para el siguiente partido. ¡Salud Celestes!

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