CERVECEROS GOLEAN Y HERRERA BATE RECORD

Por Manuel Araníbar Luna

La gente fue al Gallardo para ver a Cristal en su último partido del año en el templo, pero además querían gritar el gol #38 de Emanuel, para pulverizar los 37 de Esidio. Y si la gente tribunera se desesperaba por gozar del momento mágico, los jugadores cerveceros no habían pegado el ojo pensando en ello.

Por supuesto que las órdenes no vinieron del Comanche, nadie va a creer que les haya dicho “a ver, muchachos, todos póngansela a Herrera para que bata el record.” Imposible, los otros diez compañeros de Herrera ya estaban decididos a darle una manito, un pie, un taco, un centro o aunque sea un pedacito de la número 5.

Huevos crudos y pasados.

No obstante, el DT de los sureños también había intuído las intenciones de Salas. Sabedores del ansia de los cheleros por darle jugadas de gol a Emanuel, lo tuvieron a raya, cayéndole en mancha como pirañitas, manteniéndolo alejado del área de las definiciones. Para colmo, los centros desde la derecha y la izquierda, para que los pesque el Tanque, eran como huevos a la candela: fritos, crudos, quebrados o muy pasados. Una palomita y un tiro al poste nos decían que se venía el tono, que la piscina más moderna del mundo por algún resquicio puede hacer gluglú. Sin embargo,  la desfloración del arco de la visita fue obra y gracia de Mejía.

La filigrana de Yuly.

Yuly es un jugador que por momentos parece aletargado. No obstante,  cuando sale de la modorra luego de un café cargado con dos cápsulas de Desaweb Forte, afina la zurda y crea fantasías como la que elaboró casi al finalizar el primer tramo. Se escabulló entre tres visitantes azules dando un par de medias vueltas salseras con la pelota escondida  dentro del chimpún y soltó un zapatazo que se clavó al fondo de la canasta del mercado de Caquetá. Uno a cero. Se había terminado la mitad de la angustia por taladrar. Faltaba la otra mitad, la que le tocaba a Emanuel, pero ahí nomás Chang sopló su herramienta. Ema mordía su desesperación jurando matar o morir.

Herrera y su 38.

Al entrar de nuevo a la cancha, Herrera calibró el fusil, sopló el tubito, limpió la mira telescópica, se lustró el chimpún y entró a la cancha con ganas de comerse la red, el pasto y las hormiguitas con tal de anotar. No esperó mucho, a los dos minutos Gabo aprovecha un regalo en salida, se la cuela al Ema, y este se mete entre los dos centrales y suelta el balazo con su Magnum 45. Apoteosis en la tribuna, Ema hace el gesto de mecer a su bebé #38 y ahí nomás se le abalanzan sus compañeros suspirando “por fin”, después de tantas bolas que le habían puesto. Emanuel había puesto su rúbrica a una leyenda difícil de borrar, ser el mayor artillero en una temporada.

Ya con el segundo tanto celeste, la chamba se hace más fácil, los visitantes se sueltan la trenza y se adelantan para buscar el del honor, justo después que Herrera ya se había ganado el de Honor al Mérito (como en la escuela primaria). Los caseros, aprovechan y lanzan unos contragó… perdón, transiciones venenosas y se filtran por todas partes en esa coladera llamada defensa, al punto que les anulan dos goles, en los cuales, valgan verdades, los delanteros celestes estaban más adelantados que Suecia y Dinamarca juntos.

Pero ahí nomás, en otra jugada generada por el Gabo, Emanuel se abre en diagonal y se la suelta a Yuly que no hace más que empujarla, anotando el tercer hijo en el Registro Civil. Y tenía que venir la yapa. No contento con anotar el 38, Emanuel quería más. Pero Gabo también quería el suyo, y en plena obstinación le meten un cabe y cae de cara dentro del cajón. Penal, y cuando va a levantarse para patearla, se da cuenta que ya Emanuel está parado en el punto de G esperando anotar el #39, para que sea más difícil superarlo. ¿Para qué la va a pedir el Gabo? Esta tarde a Emanuel nadie se la quita y nadie se la ataja. 4 a cero: Chang dice que para gusto ya está bueno y sopla el pitito. Buenas noches.