viernes, 27 de septiembre de 2013

JULIO CÉSAR BALERIO, ADIOS VIEJO, MI QUERIDO VIEJO.

Por : Manuel Araníbar Luna


Tricampeón con la celeste…


El viejo Balerio, nacido Julio César Balerio Correa nace el 19 de abril del 58 en Piriápolis, Uruguay. Después de triunfar en Boca Júniors y en el Blooming de Bolivia llega al equipo de la Florida para campeonar consecutivamente  los años 94, 95 y 96 hasta llegar a obtener el subcampeonato de la Copa Libertadores el año 97. Un historial futbolístico para recordarlo toda la vida.

El año pasado, después de larga ausencia, al encontrarnos nuevamente con él  en el hotel miraflorino donde se alojaba,  el maestro Luis Miguel López Cano le hizo una broma: “hace veinte años eras el viejo Balerio, hoy eres el viejo de tu viejo”. Con la rapidez mental que lo caracterizaba, no se demoró en responder.

-      -     ¡Y mirá quién lo dice, vos estás más cerca de la fosa que yo!

Nos dimos un gran abrazo y lo primero que hizo fue preguntarnos cómo iba el equipo celeste de sus amores. Se enteró que, bajo la tutela de Mosquera, el elenco celeste estaba goleando a lo loco y que todo hacía prever que íbamos a campeonar.

-      - ¿Goleando como locos? No me hagás llorar, eso me trae lindos recuerdos.

 -     ¿Recordás que en cada partido en los noventas metíamos de a tres goles para arriba? ¡No nos paraba ni un escuadrón de tanques de guerra!

Y con el candor de un niño, pese a que el viejo no era precisamente locuaz, nos relató emocionado los momentos vividos con el Sporting Cristal, con sus antiguos compañeros del equipo celeste y con la selección peruana.

Multiplícalas por veinte años…

Tenía la agilidad de un gato y la colocación precisa entre los tres palos. Tapaba bastante adelantado,  se ubicaba casi al filo del área para hostigar a los delanteros rivales y para guapear a su  línea defensiva, indicándoles que no se desconcentren: “vos hacia allá, chiquilín”, le gritaba al Coyote Rivera; “andá, dale  por la izquierda que vos tenés que ser más vivo que los rivales”, le aconsejaba a un imberbe Chorri. “¿A quién le vas a hacer goles, a papá?” le enrostraba a los delanteros rivales. 

Su rapidez mental la aplicaba para sacar de quicio a sus adversarios. Les hacía la traviesa zumbita. Era un campeón haciendo teatro, demorando el juego y relojeando cuando se iba ganando y faltaba poco para finalizar el partido;  o su demora en los saques de meta  fingiéndose lesionado para que sus compañeros recuperen oxígeno,  para que se acomoden en la cancha. De esas mañas se hacía ocho a diez en cada partido. Multiplícalas por veinte años de trayectoria y llenarás más de un par de libros.

Su endiablada cachita…

Anécdotas hay tantas que no sabemos cuál escoger. Jamás olvidaremos la escandalosa huacha que le hizo a Waldir; la mofa a toda la barra brava de River haciéndose una franja a los ancho del pecho haciéndoles recordar a su eterno rival. Y para no ser menos, los gestos pecaminosos a la furiosa barra de Rácing cuando el Sporting Cristal les anotó el gol del triunfo.

Pero también era un maestro atajando penales. Les comía el cerebro a los pateadores de turno trabajándolos a punta de jarabe de jeta y jugo de lengüeta. Con esa treta psicológica les tapó penales nada menos que a sus dos famosos paisanos, Pablo Bengoechea y Enzo Francéscoli, y a muchos más en el medio local.

¡Balerio no se vaaaa!

Y hoy, mi querido viejo, te nos has mudado al otro barrio sin avisarnos. 

Y no te lo creemos, viejo. 

No te lo vamos a creer ni siquiera viéndote en el ataúd, porque seguimos pensando que este es otro de tus trucos, otro de tus gestos teatrales para hacer tiempo, para hacerle cachita a la pelona con tu mano derecha golpeando el reverso de tu codo y mostrando el puño a la barra brava de la muerte.  

Porque para los celestes de acá y de allá el final de este tu partido aun no llega.

 Porque el pitazo final sonará sólo cuando nadie se acuerde de ti. Y tú sabes que eso jamás sucederá porque aquí los celestes te recordamos todos los días.

Gracias por todo, mi querido viejo. 

Y ahora los cerveceros se preguntan quién ocupará tu lugar, quién heredará tu temperamento y tu valentía para enfrentarte a los rivales, quién será el arquero zumbático celeste que sacará del cuadro a los más mañosos delanteros.

La camiseta celeste hoy tiene un crespón negro. Y ya estoy escuchando a las tres barras celestes cantando

¡Oooh, Balerio no se vaaa!


Hasta pronto mi querido viejo, celeste por partida doble, por uruguayo y por cervecero.

3 comentarios:

  1. BUENA CRONICA DEL HEROE CELESTE. ME HAS HECHO LLORAR. QUE VIVA EL VIEJO SIEMPRE EN NUESTROS CORASONES. SALUD BALERIO

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  2. UN ARQUERO QUE SIEMPRE RECORDAREMOS

    OJALA LLEGUE UNO IGUAL AL CRISTAL!!

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