jueves, 11 de febrero de 2016

SANTIVAÑEZ, EL TREMENDO JUEZ.

Por Manuel Araníbar Luna.
¿A estos tremendos jueces Les habían invitado de almuerzo chupe de camarones y lo asentaron con inmensos portales de chicha? Porque había que estar embotado, adormilado, pesado, por el chupe y obnubilado por la chicha para haber sancionado un inexistente penal contra Cristal. Y además -un par de minutos después- por no haber castigado con la pena máxima una inmensa mano en área de Melgar.
Ahora, uno puede pensar que ha sido una falsa actuación. Pero es que estas mañas del señor de los Bigotes contra los celestes ya no son casuales, las constantes metidas de pata sólo las ocasionan los solípedos. Esto podría ser perdonable quizás en un juez amateur de esos que cobran veinte lucas por partido en cancha de barrio (y aun así, muchos salen bastante maltrechos), pero no en un juez FIFA. Y esto va para los tres de cancha que son FIFA. Hay que añadir dos más: al cuarto hombre y al asesor (estos dos últimos, oh sorpresa,  arequipeños).
Once contra catorce…
Claro, algunos -sólo para mencionar lo menos venenoso- dicen,: “ya olvídense de estos pobres diablos. Celebremos porque de todas maneras, con penal o sin penal, le hemos ganado a un equipo de catorce jugadores: once rojinegros y tres FIFA”. ¿Pero qué hubiera pasado si esta sanción hubiera ocasionado empate, o peor, una volteada? Tres puntos menos por causa de turronerías que causan desprestigio del arbitraje nacional en el extranjero.
A ver cuál es la solución: ¿Darles chamba de cobradores de combis? ¿obsequiarles lentes, lupas, telescopios? No, porque eso de obsequiar huele a coima. ¡Que compren de su bolsillo porque ellos se llevan muy buen billete por meter la pata! ¿Qué recolecten basura reciclable? (señores recicladores, perdonen la comparación, porque ustedes sí son honestos).
Por último buena idea sería una chamba de jueces en esos programas televisivos locales hechos por reducidores de cerebros, ya que allí no se darían por enterados de sus mañas.


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