miércoles, 3 de febrero de 2016

JAIR CÉSPEDES, UN MOLLENDINO QUE NO SE ACHICÓ.

Por Manuel Araníbar Luna
Es bueno romper cinturas en apuestas de china en pichanguitas pero es recontra chévere hacerlo en estadio ajeno.
Al debutar un jugador habilidoso con la gloriosa celeste los viejos hinchas siempre carburan:
“parece  bueno, pero quisiera verlo en la candela, para ver si la camiseta no le pesa, si la suda como los grandes, y cómo reacciona ante la guadaña, porque en la Libertadores los marcadores no  juegan pichanguitas”
El pasado domingo,  los viejos hinchas habrán salido del estadio,  si no contentos, por lo menos guardándose los rezongos en el bolsillo porque varios debutantes no se chuparon. Claro que es muy diferente un partido de presentación en que -off-the-record- los dirigentes lo tienen ya conversado: “amigos, el campeonato ya empieza. Por favor, juguemos este partido  de presentación sin guadaña, como de solteros y casados… y blablablá”.
Pero decirle a un pelotero uruguayo que no meta la pierna fuerte es hablar con la pared. Porque, en general, a nadie le  gusta que le hagan chiches ni camotitos y, en particular, a los orientales les hierve la sangre charrúa. Pruebas al canto: Céspedes por la zurda  les hizo bailar festejo a sus marcadores un par de veces y a la tercera le mandaron el hachazo.  
Es de Moliendo cabaliero!!!
Pero nunca fue más cierto el antiguo dicharacho limeño:
Desde que vino de Mollendo
             Vino jodiendo...
Por si no lo saben, Jair Edson Céspedes Zegarra, (32 años, n. 22 de mayo de 1984) es natural de Mollendo, la tierra del ajo y la cebolla (los mollendinos pronuncian Moliendo y cebolia) y el domingo no lo molieron las patadas y, como buen mollendino, terco, jodido y Contreras hasta la pared de enfrente, y siguió rompiendo  columnas vertebrales y destroncando caderas. Claro que a veces se excedió jugando más para la tribuna que para el equipo pero al fin pasó el examen. No mucho, pero se ganó su plato de frejoles.
Defendiendo no tuvo muchas ocasiones porque los orientales –por lo menos en el primer tiempo- fueron leones para defender pero perritos chihuahua para atacar. Así las cosas, el mollendino sólo utilizó el pasaje de ida. El boleto de vuelta lo guardó para el desafío contra los aurinegros.

Bienvenido, Jair, si la sudas y la rompes no te dejaremos ir.

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